Si usted debe
escoger entre pagar $70 por la pelea entre Floyd Maywheater Jr. y Marcos
Maidana o la misma cantidad por el combate este sábado entre Manny Pacquiao y
Timothy Bradley, ¿qué haría?
¿Qué par de guerreros merecen recibir un dinero
ganado con el sudor de su frente en tiempos donde los dólares no crecen
silvestres en la calle?
Muy humildemente
y con todo respeto, aquí le sugerimos que haga su inversión para el choque de
los segundos, porque puede recibir un retorno mayor en términos de
entretenimiento y diversión.
Ojalá Maidana
logara la proeza de destronar a Maywheater, pero si algo nos dice la historia
reciente es que esa tarea resulta en extremo difícil. No estamos condenando de
antemano al corajudo argentino al fracaso, pero sobre el papel, la balanza se
va de un solo lado.
En cambio, del
otro esa misma balanza se empareja notablemente. Por supuesto que el filipino
aparece como favorito, pero no se puede negar que el Bradley (31-0, 12 KO) es
un boxeador muy distinto al que le “regalaron’’ un triunfo ante Pacquiao
(55-5-2, 38 KO) la primera vez que se vieron las caras hace un par de años.
Si en aquella
ocasión Pacquiao fue despojado increíblemente de
lo que debió ser un triunfo innegable, ahora el legendario asiático llega en
medio de unas cuantas dudas, sin poder noquear desde el 2009 y con la sombra
–todavía no se disipa- de ese tremendo nocaut que le propinara Juan Manuel
Márquez.
Pacquiao, que hace
un tiempo era considerado uno de los mejores, sino el mejor libra por libra del
mundo, ha perdido esa etiqueta desde su combate contra Bradley y
sabe que está obligado a renacer ante los ojos de los fanáticos del boxeo. A él
lo mueve el espíritu de revancha, de saberse robado en una pelea que para
muchos marcó el comienzo de su declive, porque tampoco es que jugara con
Bradley como solía hacerlo con otros rivales.
Bradley, por su parte, se mueve por el
deseo de demostrar que sí le ganó
la primera vez por el talento de su arte en el ring y no por la venialidad de
unos jueces corruptos o equivocados en sus tarjetas. Lo interesante es que tras
su éxito contra Pacquiao, la vida del estadounidense tocó fondo.
Le llovieron
amenazas de muerte, mensaje de odio, lo acusaron de mentiroso y los insultos no
hicieron otra cosa que crecer contra él y su familia. Bradley estuvo a punto de
dejar el boxeo, pero afortunadamente encontró la fuerza para continuar y
reconstruir su carrera y su vida.
Triunfos
importantes contra el ruso Ruslan Provodnikod –contra el que nadie quiere
pelear- y el mismo Juan Manuel Márquez convertido en verdugo de Pacquiao,
levantaron la moral y los números de Bradley, que rescató poco a poco el
corazón de los fanáticos.
¿Qué puede
esperar el público este sábado? De todo un poco, pero sobre todo acción
continua, una de esas peleas donde el que cambia la vista pierde un potencial
nocaut. El estilo de Pacquiao de atacar sin respiro y la técnica
depurada de Bradley deben encajar perfectamente para regalarnos una candidata a
pelea del año.
Así que si
esperaba guardar el dinero para combates futuros, no tema. Reúnase con sus
amigos y vea este choque de trenes que dará que hablar durante días, semanas y
quién sabe, hasta pueda convertirse en un clásico para todos los tiempos.